Caribe Mexicano

Un año después del fallecimiento de Arturo Díaz Sr

Hace un año, el 18 de marzo de 2022, nuestra familia sufrió un tremendo golpe cuando Arturo Díaz Sr falleció a manos del cáncer. En el pasado, hemos hablado sobre lo crucial que fue su apoyo para crear Safe Tours Cozumel, pero hoy me gustaría escribir en honor a mi abuelo, no la persona caritativa y con conocimientos de negocios, sino el entusiasta de las tardes de scrabble y el hombre que constantemente me recordaba a mí y a todos los que lo rodeaban, que estamos aquí en esta tierra con una misión y esa es ser felices.

Al crecer, mi abu -como solía llamarlo- no vivía cerca de mi casa; vivía con mi tío en Phoenix, Arizona y trataba de visitarnos a mi papá y a mí regularmente. Nunca olvidaré la emoción de conducir hasta el aeropuerto con mi papá (saliendo de la escuela, lo que significa que estaba hecha un desastre) para recogerlo y luego contarle todos los chismes que la pequeña yo consideraba que le interesarían. Pero lo que cualquiera vería en el momento en que se abría la puerta de mi casa era a mí, robando las maletas de las manos de mi abu para ver todos los regalos y dulces que me había traído. Esto tenía la ventaja de una pasarela súper divertida con todas las prendas para mi guardarropa. A pesar de que mi abu siempre fue fantástico dando regalos, a veces traía cosas cuestionables (botellas vacías, volantes y básicamente cualquier cosa que te dan después de una conferencia).

Cuando mi abu me visitaba, se desataba el infierno; ponía pasto en la sopa (sgún él fue un accidente, pero todos sabemos que fue un movimiento calculado), derramaba shampoo en mis ojos, me hacía tantas cosquillas que sentía que me iba a orinar y se agachaba cuando se  suponía que me atraparía en la piscina, lo que resultó en que me golpeara la barbilla con la parte superior de su cabeza. Verdaderamente una amenaza.

Pero aparte de todo su comportamiento criminal, le encantaba jugar conmigo. Pasábamos las tardes jugando varios juegos; jugábamos con mis muñecas, peluches, dominó, scrabble, etc. Incluso me enseñó a jugar ajedrez y perdió al intentar hacerlo (mi papá dice que me dejó ganar, mi papá está equivocado). Uno de mis últimos recuerdos con él fue de nosotros yendo a una cafetería y pasando la tarde jugando scrabble -también le gané esa vez-.

Pero mi abu no solo era parte de mi vida cuando me visitaba; hablábamos por teléfono y siempre nos contábamos chistes. Llego a tal punto de que cada vez que un compañero de clase hacía una broma, creaba una nota mental para compartirla con él cuando me llamara. 

Otra cosa que recuerdo vívidamente de él era su amor por caminar (lo que encuentro sorprendente para alguien que se caía tan seguido) y su insistencia en que me uniera a él. En retrospectiva, su afición por un hábito tan saludable no me habría llamado tanto la atención si su atuendo no consisitiera en camisas de vestir y pantalones que siempre terminaban chorreando sudor (lo cual es de esperar cuando se visita una isla... en el Caribe). Otra cosa que recuerdo a detalle es que nos llevaba a mí, a Gaby y a Ale al parque, donde jugábamos durante horas y terminaba regresandonos cargadas. Sé que aunque Gaby y Ale no eran sus parientes consanguíneos, él las consideraba sus nietas y también sé que sus corazones se rompieron tanto como el mío cuando se enteraron de su fallecimiento.

Perdí a mi abu durante uno de los momentos más difíciles de mi vida. No sabía si saldría con vida, pero el dolor que mi tío y mi papá tuvieron que soportar es algo que creo que nunca entenderé realmente; el miedo de tener a dos de las personas que más amas luchando por sus vidas de maneras tan diferentes y la incapacidad de hacer algo al respecto excepto permanecer a su lado.

Mi papá no pudo despedirse de su papá por última vez y decidió quedarse a mi lado mientras luchaba.

Un año después de su muerte las cosas se ven muy diferentes. Al principio, no podía derramar lágrimas por toda la culpa a la que me aferraba, pero extrañarlo se volvió mucho más fácil una vez que lo hice. 

Esta noche me encuentro sentada en una silla que él me regaló, con una nueva afición por caminar (y comprendiendo por qué sigues andando, por mucho que te caigas), con ganas de ser feli y mucha nostalgia de jugar scrabble. Siempre agradeceré al hombre que constantemente me recordaba que no tenía que ser nada, solo feliz. 

16 de abril de 1945 - 18 de marzo de 2022

 

 

Bee Díaz